Gerardo Ortega, una camada de categoría
El ganadero repasa un 2016 plagado de regularidad y que concluirá el 15 de octubre en El Puig con el toro 59-Desgreñado
JOSÉ IGNACIO GONZÁLEZ
Publicado · 30 de septiembre de 2016, 00:31 h
«Cada uno hace en su casa lo que considera. Yo tengo claro que he decidido el camino de dedicar la camada entera a las calles, pero no de cualquier manera. Hemos cuidado los sitios, hemos ido a pueblos que nos han parecido interesantes e intentamos dar y ofrecer lo que vienen a buscar y nos pagan, que es el toro íntegro y con trapío. Y estoy muy orgulloso de ello. Respeto a mis compañeros, cada uno tendrá sus formas y sus objetivos. El mío es que mi ganadería, que lleva en este mundo setenta años, ha pasado por tres generaciones y es el sueño que mi abuelo puso en pie, siga». Estas son las contundentes palabras de Gerardo Ortega, ganadero afincado en Santa Olalla del Cala (Huelva), que atiende la llamada de LAS PROVINCIAS para hacer balance de lo que ha sido una temporada -otra más- plagada de toros bravos y también para defender con convicción los bous al carrer, una modalidad de Tauromaquia a la que desafortunadamente no todos los de su gremio acaban de respetar como merece.
Doce cuatreños de Gerardo Ortega se han embarcado en Los Llanos -así se llama la finca onubense en la que pasta la ganadería- y corrido en las calles de nuestra Comunitat. A ellos hay que añadir los siete toros de la misma camada y que con el mismo hierro se vendieron en los corrales ‘L’Afició’ que con tan buen tino y afición dirigen Paco y Julio. En total diecinueve, sin contar los tres que estaban vendidos para Coria, Museros y Rafelbunyol y que se accidentaron en el campo antes de ser lidiados. Mañana mismo se exhiben dos en la localidad de Anna y el próximo 15 de octubre el toro 59-Desgreñado, que estuvo el pasado mes de abril en los corrales de la Maestranza sevillana aprobado como sobrero, bajará el telón de la temporada de la divisa blanca, verde y amarilla en la Comissió de Dalt de El Puig.
La regularidad ha sido apabullante. Los toros bravos y encastados se impusieron ampliamente a los que dieron menos juego pero que siempre cumplieron. «Lo que nos tiene vivos y funcionando es el resultado que están dando los toros. La ganadería se ha trabajado durante mucho tiempo con el objetivo de criar un toro que gustase al público y al aficionado que al fin y al cabo es el que paga. La calle es la que me está permitiendo ahora demostrarlo y a ella le estaré eternamente agradecido y le doy gracias a Dios de que las cosas estén saliendo así. En esto del toro no te lo puedes creer demasiado porque aquí te quitan y te ponen con mucha facilidad, pero hay que reconocer que el año de toros ha sido francamente bueno», manifiesta el criador a la hora de repasar el ejercicio.
La camada al completo en las calles. Obligado a ello por las circunstancias, por el sistema, Gerardo no renuncia ni mucho menos a regresar a las ferias, a las plazas importantes, que es su anhelo y por lo que tomó el testigo de su padre hace cerca de veinte años. Y donde habitaba hasta hace nada. «Mi objetivo siempre será volver a las plazas, pero está claro que A las calles les debo mucho, estoy muy orgulloso de lidiar mis toros allí y para nada me considero un ganadero de clase B, al contrario, hay que tomar nota y ver cómo está la situación para darse cuenta de que dentro de todo soy un privilegiado», manifiesta el ganadero antes de detenerse a analizar las claves de su éxito en los festejos populares: «le hemos dado la importancia, la seriedad que merecen a las peñas que han venido a casa a por un toro y muchas veces conseguido que el dinero que pagaban tuviera la recompensa de verlo embestir en la calle. Cada uno tenemos una forma de funcionar, hay ganaderos que prefieren torearlos en casa antes que lidiarlos en la calle. Yo no seré muy listo pero estoy convencido de que el toro que es bueno en la calle es bueno en la plaza. El toro que repite, el que humilla, el que se arranca de lejos y transmite, que dura, que sirve. es el que busco. Si en vez de en la plaza terminamos en la calle es una forma de adaptarse a una realidad, como la cualquier otro negocio en estos años de crisis, reconociendo que el festejo popular está en auge y es uno de los pilares del futuro de la Tauromaquia»,asegura.
El cariño de la afición
Gerardo Ortega se sincera, manifestando que «el sector está como está y ahí están los números. Yo no puedo aguantar el tirón como otros. Siempre digo que soy un ganadero obrero-taurino, que tengo vender mis toros, tengo que cobrar y al proveedor del pienso no le puedo que contar que esto está en crisis. Con las botas puestas no me puedo morir. Mi madre siempre decía que más valía ser cabeza de ratón que cola de león y en eso estamos».
Son las palabras de un hombre enamorado del toro y que, al margen de la viabilidad económica, ha encontrado en nuestras calles el respeto y el cariño que necesitaba: «ha sido un balón de oxígeno. Cuando pasas de mil corridas de toros a cuatrocientas en este país, estás en el campo y te da la sensación de que aquello se muere poco a poco. Yo aparte de no frecuentar mucho el mercado de las calles tampoco lo conocía in situ. Me invitaste a El Puig y pude comprobar la pasión y la entrega de un pueblo con su fiesta. Y además de eso la admiración, el respeto y el cariño que profesa todo el mundo al ganadero, en este caso a mí, en cada rincón del pueblo. Niños, jóvenes, padres, abuelos, mujeres. todos. Hubo un momento que me sentía como Messi (ríe). Ese contraste del gentío con la soledad del campo que es mi día a día me marcó de verdad en momentos que me hacía falta. De hecho vuelvo todos los años, intento ir a los sitios que puedo pero no es fácil por el día a día que requiere una ganadería», manifiesta el ganadero.
El precio del toro
¿Cuánto vale un toro de Gerardo Ortega? No es sencillo de precisar, pero el mercado oscila entre los 4.500 euros de los toros de menor trapío y volumen hasta los 8.000 que pueden alcanzar los de cabecera de camada. Lo razona el propio ganadero con argumentos. «Los precios de los toros los ponen dos factores. Primero los gastos de producción y después el trapío que el animal tiene. Esto no es un negocio rentable, intentamos que sea sostenible. El toro es el guardián económico de toda la explotación, de toda la dehesa. Es el toro con su mercado el que se encarga de mantener el becerro que nace cada año, los erales, de mantener a las vacas madre, a los utreros. todo eso es posible gracias al mercado del toro de saca de cuatro años. Yo entiendo a los que le ponen pegas al precio de un toro porque sé lo que les cuesta recoger ese dinero, pero la gente tiene que pararse a pensar todo lo que hay detrás de su cría, su sanidad, su manejo, su alimentación. Todo lo que no sea vender un toro a partir de 3.500-4.000 euros no deja absolutamente nada en la caja. Vender un toro en menos de eso, es perder dinero».
Con todo, Gerardo Ortega ha vuelto a conseguir un año más que la oferta sea inferior a la demanda en su casa. Prácticamente un milagro en los tiempos que corren. La gente ya pregunta por los toros de 2017. ¿Cómo son? «Para el año que viene tenemos veinte toros. Hemos quitado todo lo que no servía de cara y hay toros que valen para plaza de primera y plaza de segunda. Es una camada con más volumen, con mayor esqueleto y con toros serios por delante. He pecado los últimos años de criar un toro demasiado chico y para el año que viene están un punto por encima. Estamos en septiembre y ya me están llamando preguntando por toros para el año que viene y eso es lo que me da el aliento para seguir. Mientras me quede una gota de sangre estaré aquí con mis toros pegando porrazos» (ríe).